Hace unos días me preguntaba mi hijo: "Y la crisis, ¿cuándo se acaba?"
Yo no sé la respuesta (creo que se les escapa hasta a los "expertos"), pero me pareció una gran oportunidad para expresar lo que intuyo al respecto, y que he escuchado en diferentes medios: que es posible que la crisis no "acabe" y todo vuelva a ser como antes, sino que quizás nos tendremos que acostumbrar a otro nivel de vida, con menos posibilidades de las que ahora tenemos, pero que eso no tiene por qué afectar seriamente a nuestro nivel de vida. Aproveché para hacerle ver cómo nosotros mismos, en nuestra infancia, o incluso nuestros padres, en la suya, vivieron también "felices" con recursos muy inferiores. Los ojos casi se les salían de sus órbitas cuando el abuelo les contaba que jugaban al fútbol con pelotas de trapo.
Sinceramente, esta puede ser una posibilidad. Pero se trata de una posibilidad que no debería asustarnos mucho a los creyentes. A buen seguro que tenemos muy claro aquéllo de que nuestro tesoro no está en las cosas materiales, en las cosas que se pueden acumular (Mt 6, 19-23).
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