miércoles, 2 de octubre de 2013

¿Lo necesito?

Esta es, posiblemente, una de las primeras preguntas que debemos realizarnos a la hora de plantearnos cualquier decisión de consumo: ¿realmente tengo una necesidad real que cubrir? En muchas ocasiones, la posibilidad de consumir y comprar nos lleva a hacerlo de manera fácil y alegre, incluso compulsiva. Pero una actitud responsable ante el consumo debería llevarnos a valorar si, realmente, lo que pretendemos satisfacer es una verdadera necesidad, o si es otra cosa.

En otra entrada de este blog, Javier se preguntaba:
La primera pregunta que nos debemos plantear ante un acto de consumo es.... ¿necesito de verdad este producto que estoy a punto de consumir?. ¿Es necesario mantener dos o más vehículos por familia? ¿Es necesario cambiar el móvil cada año? ¿Cuántas teles son necesarias para ser felices? ¿De qué tamaño? ¿Podemos reducir nuestro consumo energético? ¿Seremos menos felices si nos desplazamos en transporte público? ¿Depende nuestro bienestar veraniego del aire acondicionado?....
En esa misma línea, el documento de reflexión "La Iglesia y los pobres", de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española, ya caminaba claramente en esta dirección ¡¡¡en 1994!!!:
125. ...todo aquello que en mis circunstancias necesito realmente y puedo adquirirlo fácilmente, debo tenerlo con acción de gracias a Dios y el corazón desprendido. Aquello que teniendo en cuenta la pobreza evangélica veo claramente que no me es indispensable, debo renunciarlo tajantemente. En los casos de duda, que serán muy frecuentes, entre tener o no tener, siempre será mejor y más seguro renunciar, para una mayor libertad de corazón.
Porque hay NECESIDADES y necesidades.
 126. ... ¿Y cómo podemos decir con verdad que somos hermanos de los hombres si nosotros acaparamos lo que nos es innecesario cuando a otros les falta hasta lo más necesario para poder vivir?
 Sobran los comentarios. Al menos, de momento.

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